Hace tiempo oí, y no sé hasta qué punto
puede ser cierto, que la razón por la cual Estepa produce y consume tal
cantidad de dulces, es debido a que la calidad de la harina que se producía en
el pueblo era más apta para la repostería que para panificarla. Sea como fuere, la variedad del recetario
tradicional heredado de nuestras abuelas es tan amplio, que para cada
festividad disponemos de unos dulces específicos. Para estas fechas en las que
nos encontramos, la Cuaresma, se elaboran los típicos
"Regalos".
La tradición manda que las amas de casa,
con sus hijas casaderas y los más pequeños de la casa, a la caída de la tarde
se juntaran alrededor de la mesa camilla a hacer los moldes de las magdalenas, esto en
algunos hogares duraba varias noches, luego, una semana o dos antes de Semana
Santa se iba a los hornos de las panaderías a hacer "los regalos".
Estos regalos consisten en: magdalenas, hochíos y roscos trenzados.
Hoy por no
sé qué norma de sanidad, está prohibido que personal ajeno a las panaderías
elabore cualquier producto alimenticio en las panaderías, por lo cual esta
tradición ha perdido gran parte de su encanto. Menos mal que algunas de estas
panaderías elaboran estos dulces para la venta al público.
Muchos recuerdos de mi infancia están
ligados a olores y sabores, y uno de ellos es el de estos dulces. Recuerdo esas
noches sentados en la camilla con brasero de picón, haciendo los
moldes y acudiendo con mi madre y mis hermanas al horno de Rosarito en la calle
Hornillos.
A los hornos se iba por la mañana a
elaborar la masa de los dulces, llenar los moldes de las magdalenas, elaborar
los hochíos y trenzar los roscos. Alrededor de mediodía, "Joaquín el
Satito", el marido de Rosarito, los cocía en el horno de leña, y luego a
la tarde acudíamos al horno a recogerlos en unas canastas de mimbre. Para
cubrir estas canastas mi madre disponía de unos mantelitos con puntillas de
ganchillo elaborados por ella. Hoy al no poder acudir a los hornos a hacer
los regalos, estas canastas y estos manteles han quedado obsoletos, así como las
"panillas", donde se medía el aceite, el "almud" de la
harina o la "pintaera".
Hoy no hay nadie que se siente a hacer moldes
y menos alrededor de un brasero de picón, ahora estos son eléctricos... Pero el recuerdo de esos días sigue
inalterable en mi memoria, y eso espero que dure para siempre.
Que bonito texto Pedro, la historia de tu tierra tiene mucha miga jejeje.
ResponderEliminarUn besote P.A.
Cyber.